domingo, 16 de junio de 2013

La tarea de un Coach

El Coaching Ontólogico está basado en el entrenamiento del Ser. Ese Ser que somos pero también en aquel que podemos llegar a ser, es decir, en las posibilidades, en ese múltiple abanico que se abre cuando nos permitimos corrernos del lugar en el que estamos: a veces estamos en el dolor, en el resentimiento o en el triste papel de victimas; somos simples espectadores de esa película que no para y es  “la vida”.
Como seres humanos tenemos el derecho de ser Protagonistas, y eso,  es una elección que siempre está disponible.
Las creencias, las costumbres pueden operar cómo límites a nuestros profundos deseos de cambiar; pero ante todo: la creencia de que es el “otro” el que está mal, el que “tiene que cambiar”, el  afuera está mal. Y si, sépanlo amigos, el otro puede estar muy errado, o lo que sea que pensemos, pero la única posibilidad de cambio real está adentro, en NOSOTROS MISMOS.
Empezar por “casa” es la mejor opción de la verdadera transformación.

Y el primer paso del coach es apoyar al consultante, guiarlo para que pueda correrse del cómodo lugar que ocupa, y se pueda preguntar cosas que nunca antes se preguntó y PONGA EN DUDA SUS CERTEZAS. Habrá muchas que le servirán para el equipaje, pero muchas otras ya no será necesarias.

Este proceso se llama APRENDIZAJE, y el coaching es, como llamó Julio Olalla “el arte de crear espacios de aprendizaje”.

viernes, 14 de junio de 2013

Cómo desarrollar la Inteligencia Emocional en la Empresa: los talleres de I.E.



¿Qué podemos hacer para que la inteligencia emocional se desarrolle en nuestras empresas?, ¿es suficiente difundir los conceptos?, ¿qué ha de tener un programa de inteligencia emocional para que tenga éxito?. El presente artículo propone una herramienta clave que debería ser contemplada en cualquier programa para el desarrollo de la inteligencia emocional: Los talleres de inteligencia emocional.
A estas alturas seguro que usted ya tiene conocimientos teóricos sobre la inteligencia emocional y conoce las ventajas que conlleva su desarrollo, tanto a nivel personal como profesional:
  • La comunicación mejora;
  • el trabajador se siente más persona, más feliz, más pleno y con mayor calidad de vida;
  • aumenta la motivación;
  • las relaciones personales mejoran;
  • las personas se implican más en su trabajo y son más responsables y autónomas;
  • se mejora el clima laboral;
  • nuestro poder (especialmente el carismático) y nuestro liderazgo se ven reforzados;
  • aumenta la eficacia y eficiencia de las personas y de los equipos;
  • los procesos de cambio y de mejora continua se agilizan;
  • mejoran las relaciones con los clientes y con todos los públicos de la empresa; ...
  • y también mejoran un sin fin de pequeñas y sutiles cosas además de la rentabilidad de la empresa.
Probablemente habrá intentado poner en práctica algunos de los conceptos que le indican los libros que hablan sobre el tema, ¿cómo le ha ido?.
Sin duda, y como en tantas otras cosas, aunque es relativamente sencillo entender y comulgar con la teoría, llevarla a la práctica es mucho más costoso y, a menudo, nos sentimos perdidos ya antes de empezar o no vemos los resultados de nuestro esfuerzo y dedicación.
Y es que la clave del éxito del desarrollo de la inteligencia emocional en la empresa se encuentra en el propio desarrollo personal, en el esfuerzo de cada uno de los sujetos implicadas, a su ritmo y desde la introspección, la toma de conciencia y la voluntad de cambio y mejora continua de cada uno de ellos.
Porque, para lograr desarrollar la inteligencia emocional en la empresa, todos (y especialmente los altos cargos), deben desarrollar la suya propia.
Por eso, si queremos gestionar y dirigir el desarrollo de la inteligencia emocional es necesario facilitar un clima de confianza y apertura, elevar el nivel de conciencia y auto-conocimiento de cada empleado y incrementar su motivación.
Una herramienta eficaz para lograrlo son los talleres de inteligencia emocional, donde a través de una metodología vivencial y participativa, se crea un espacio de reflexión y de conocimiento de las áreas que cada participante deberá “trabajar” en sí mismo para alcanzar sus objetivos dentro del marco de las necesidades de la empresa.

Pero para que los talleres de inteligencia emocional sean eficaces deben tener en cuenta algunas pautas:
  • Los objetivos deben estar muy bien definidos y hallarse dentro del área de la inteligencia emocional.
  • Deben ser guiados por profesionales de la inteligencia emocional.
  • Deben darse en un clima de confianza, apertura y sinceridad.
  • Han de seguir una metodología vivencial, utilizando métodos tipo “in-door / out-door training” o juegos y experiencias que faciliten la conexión con la realidad individual y de la empresa.
  • Han de propiciar la introspección, la reflexión y la toma de conciencia.
  • Han de conectar con las emociones y la motivación de cada participante.




Por otro lado, es aconsejable que sean residenciales, porque así rompemos con los esquemas tradicionales, favorecemos la concentración y la cohesión grupal, lo que permite un mayor clima de confianza y apertura. Además, son muy bien acogidos por los participantes, a su vez sirven de recompensa y normalmente, y aunque a primera vista parezca lo contrario, rentabilizan costes.
También es preferible que los talleres estén incluidos en un programa más amplio donde se inserten sesiones de coaching y tutorías individuales bien sea de forma externa como interna.
En cualquier caso, deberán ajustarse a las necesidades de la organización de forma que se trabajen los valores y cultura compartidos propios de la organización o del rol sin olvidar en ningún momento los intereses de cada uno de los participantes de forma individual y personalizada.
De esta forma, se logrará un cambio de conducta y hábitos de forma consistente, donde tanto la organización como el participante se sentirán satisfechos con el proyecto de mejora asumido.
Y es que, como bien se evidencia en la propia esencia de la inteligencia emocional, las emociones son el motor de cualquier acción. si no utilizamos métodos que contacten directamente con el interior y el “corazón” de las personas difícilmente lograremos provocar cambios en ellos, o en nosotros mismos, por eso, cualquier programa bien estructurado que pretenda incidir sobre las actitudes y conseguir energía para el cambio y la mejora, debe contar con talleres de inteligencia emocional.
“Aquel que conquista a otros es fuerte;
aquel que se conquista a sí mismo es poderoso”.
Lao-Tse

PRÓXIMO TALLER


miércoles, 5 de junio de 2013

La carrera de superación personal

Las fábulas y los cuentos clásicos son una fuente inagotable de ideas, pensamientos y reflexiones, incluso en algunos casos, las enseñanzas y moralejas que podemos extraer de su lectura se convierten en luces que orientan nuestros pasos y nos guían en el camino.
Posiblemente una de las fábulas más populares y conocidas sea la fábula de la liebre y la tortuga. ¿Quién no recuerda la apasionante carrera entre la fanfarrona liebre y la tenaz tortuga?, sin embargo, pocos conocen el verdadero y sorprendente final de la historia…

Esta nueva versión multiplica las posibilidades de aprendizaje de la historia, en la que, en parte, todos somos un poco liebres y un poco tortugas, pero en el fondo, buena gente!.
¿Recuerdas la fábula?
Una tortuga y una liebre siempre discutían sobre quién era más rápida. Para dirimir el argumento, decidieron organizar una carrera. Eligieron una ruta y comenzaron la competición. La liebre arrancó a toda velocidad y corrió enérgicamente durante algún tiempo. Luego, al ver que llevaba mucha ventaja, decidió sentarse bajo un árbol para descansar un rato, recuperar fuerzas y luego continuar su marcha. Pero pronto se durmió. La tortuga, que andaba con paso lento, la alcanzó, la superó y cruzó la meta en primer lugar, declarándose vencedora indiscutible.
Moraleja: Los lentos y estables ganan la carrera.
Pero la historia no termina aquí: la liebre, decepcionada tras haber perdido, hizo un examen de conciencia y reconoció sus errores. Descubrió que había perdido la carrera por ser presumida y confiada. Si no hubiera dado tantas cosas por supuestas, nunca la hubiesen vencido. Entonces, desafió a la tortuga a una nueva carrera. Esta vez, la liebre corrió de principio a fin, dosificando sus fuerzas y su triunfo fue evidente.
Moraleja: Los rápidos y tenaces vencen a los lentos y estables.
Pero la historia tampoco termina aquí: Tras ser derrotada, la tortuga reflexionó detenidamente y llegó a la conclusión de que no había forma de ganarle a la liebre en velocidad. Tal y como estaba planteada la carrera, ella siempre perdería. Por eso, desafió nuevamente a la liebre, pero propuso correr sobre una ruta ligeramente diferente. La liebre aceptó y corrió a toda velocidad, hasta que se encontró en su camino con un ancho río. Mientras la liebre, que no sabía nadar, se preguntaba "¿qué hago ahora?", la tortuga nadó hasta la otra orilla, continuó a su paso y terminó en primer lugar.
Moraleja: Quienes identifican su ventaja competitiva (saber nadar) y cambian el entorno para aprovecharla, llegan primeros.
Pero la historia tampoco termina aquí: el tiempo pasó, y tanto compartieron la liebre y la tortuga, que terminaron haciéndose buenas amigas. Ambas reconocieron que eran buenas competidoras y decidieron repetir la última carrera, pero esta vez corriendo en equipo. En la primera parte, la liebre cargó a la tortuga hasta llegar al río. Allí, la tortuga atravesó el río con la liebre sobre su caparazón y, sobre la orilla de enfrente, la liebre cargó nuevamente a la tortuga hasta la meta. Como alcanzaron la línea de llegada en un tiempo récord, sintieron una mayor satisfacción que aquella que habían experimentado en sus logros individuales.
Moraleja: Es bueno ser individualmente brillante y tener fuertes capacidades personales. Pero, a menos que seamos capaces de trabajar con otras personas y potenciar recíprocamente las habilidades de cada uno, no seremos completamente efectivos. Siempre existirán situaciones para las cuales no estamos preparados y que otras personas pueden enfrentar mejor.
La liebre y la tortuga también aprendieron otra lección vital: cuando dejamos de competir contra un rival y comenzamos a competir contra una situación, complementamos capacidades, compensamos defectos, potenciamos nuestros recursos... y ¡obtenemos mejores resultados!